Porponete bloques de estudio de entre 1,30 a 2 horas diarias (según tu capacidad de concentración) y con recreos en el medio de 10 minutos.
Nunca estudies dos materias que les resulten difíciles una detrás de la otra, es decir, seguidas. Intercalas las difíciles con las fáciles y que te gusten o resulten interesantes. También podés combinar materias muy diferentes, por ejemplo, primero Matemática y luego Lengua.
Dividí las tareas grandes, largas en tareas cortas para realizarlas poco a poco. Cada vez que termines una de estas tareas cortas, descansá un poco. (Por ejemplo, si tenés que leer diez hojas de un tema para una materia, agrupalas de tres en tres. Cada vez que termines de leer tres hojas, habrás cumplido con parte de tu propósito, y podrás hacer un descanso).
No hagas lo mismo durante mucho tiempo (generalmente el límite son los cuarenta minutos). Si te cansaste de leer, empezá a armar esquemas, a pensar preguntas sobre el texto, a ilustrarlo, etc. La idea es que cambies la actividad.
Es mejor estudiar una hora cada día durante tres días, que estudiar tres horas el día antes de la prueba (lo de la cantidad de horas y de días, es un ejemplo.) Esto quiere decir, que es mejor estudiar un poco, de manera organizada, dividiendo los temas todos los días, que todo junto, el día antes de la evaluación.
Anotá en una agenda las tareas que te dan y de éstas, seleccioná las más importantes y resaltalas o copialas en un almanaque que puedas poner en tu dormitorio, en un lugar visible. Es muy útil, confeccionar agendas murales en el salón.
Dormí por lo menos 8 horas por la noche cada día durante la semana.
Tratá de no estudiar en horas en las que estás más cansado.
FUENTE BIBLIOGRÁFICA CONSULTADA:
Tresca María A. ¿Cuándo, qué y cómo estudio? Estrategias y técnicas de estudio. Ejercicios prácticos para el alumno. Ediciones Novedades Educativas. Bs. As. 2011
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